Auto de fe
Suponía que los sueños eran recuerdos de vidas pasadas, destellos de una memoria anterior. Esa noche soñó que lo arrastraban a la hoguera. La multitud se apiñaba vociferante. Ya en la pira, trató inútilmente de abrir los ojos. Las llamas le rodearon implacables. En el humo de la agonía se prometió, si despertaba, abandonar para siempre tales creencias.
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